La Diócesis de Burgos ha cerrado el ejercicio 2024 con un déficit de 3.321,80 euros, cifra inferior a los 15.000 euros registrados el año anterior. Ante la disminución de las aportaciones de los fieles, la economía diocesana, Mariola Rilova, ha anunciado la puesta en marcha de un programa piloto en ocho parroquias. El objetivo es analizar y fomentar el incremento de donativos. El proyecto está en fase de diseño y se prevé su implantación durante el curso 2025-2026.
Rilova ha señalado que la aportación de los fieles ha descendido en los últimos años. Además, ha destacado la reducción en el número de personas que marcan la casilla de la Iglesia en la Declaración de la Renta, aunque la cantidad recaudada se mantiene por el aumento de las bases imponibles. La diócesis insiste en la necesidad de recuperar la implicación de los fieles y mejorar la comunicación sobre sus actividades.
En 2024, los gastos diocesanos ascendieron a 48.139.639 euros. El 43,17% se destinó a sueldos del personal, principalmente de los cinco colegios diocesanos gestionados por la Fundación Manjón-Palencia. El 34% se empleó en conservación y funcionamiento de edificios, y el 11,03% en salarios y prestaciones sociales de sacerdotes. Las acciones pastorales y asistenciales supusieron el 5,38% del gasto, y la construcción de nuevos templos el 5,07%.
Los ingresos totales alcanzaron los 48.136.317,12 euros. El 66% provino de conciertos de formación e ingresos por servicios, el 13,08% de aportaciones voluntarias y el 14,44% de la Asignación Tributaria y el Fondo Común Interdiocesano.

