El centro de Burgos muestra estos días una imagen diferente con motivo de Halloween. Calabazas, esqueletos y luces tenues decoran escaparates de calles como San Pablo, San Juan o la Avenida del Cid. Esta tradición, importada de otros países, ha sido adoptada por el pequeño comercio local, que busca atraer clientes y diferenciarse de las grandes superficies.
Negocios de distintos sectores, como tiendas de iluminación, ópticas y establecimientos especializados, han optado por sumarse a la ambientación de Halloween. Gabriel, propietario de Moviltronic, explica que cada año intentan que la decoración sea más llamativa para captar la atención de los transeúntes. En su tienda, brujas, calaveras y murciélagos conviven con productos habituales, generando reacciones variadas entre el público.
La implicación de los comerciantes va más allá de la simple decoración. Muchos elaboran sus propios adornos, reutilizan materiales de años anteriores e involucran a familiares y amigos en el proceso. Según los propietarios, la iniciativa logra que más personas se detengan ante los escaparates, hagan fotos y comenten la originalidad de las propuestas.
Aunque Halloween no forma parte de la tradición local, se ha consolidado como una oportunidad para que el comercio de proximidad refuerce su presencia en la ciudad. La creatividad y el toque personal distinguen a estos negocios, que buscan mantener su espacio frente a las grandes cadenas y el comercio online.
