Los robos más sonados del patrimonio burgalés en las últimas décadas

Burgos ha sido escenario de destacados robos de arte y patrimonio desde 1977, con casos que afectaron a la Catedral, iglesias y yacimientos arqueológicos.

La provincia de Burgos ha sufrido varios robos de patrimonio de gran repercusión nacional e internacional en las últimas décadas. El 9 de noviembre de 1977, dos hermanos burgaleses, Juan José y Óscar Molinero Medina, perpetraron un robo en la Catedral de Burgos. Sustrajeron piezas del retablo de Santa Ana, cálices, cruces bizantinas, manuscritos y libros antiguos. La investigación reveló la implicación de la banda terrorista ETA, que utilizó el botín para financiar sus actividades. La mayoría de las piezas fueron recuperadas tras la detención de uno de los autores en Vitoria dos años después.

El 7 de noviembre de 1980, la iglesia de Santo Domingo en Castrojeriz fue escenario de otro robo relevante. René Vanden Berghe, conocido como Erik ‘El Belga’, y su banda sustrajeron seis tapices flamencos del siglo XVII, además de objetos litúrgicos y tallas. Tres tapices fueron recuperados en París meses después y el resto en Bélgica y Barcelona. El fragmento final fue devuelto en 2022.

En julio de 2004, desaparecieron dos relieves visigodos de la ermita de Santa María en Quintanilla de las Viñas. Tras años sin pistas, el investigador Arthur Brand localizó las piezas en 2019 en un jardín de Londres y las devolvió al Museo de Burgos.

En 2011, el mosaico romano de Baños de Valdearados fue dañado y su escena principal robada. La Junta de Castilla y León invirtió más de 200.000 euros en su recreación, pero las piezas originales no han sido recuperadas.

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