La Pastoral Penitenciaria de Burgos ha reforzado su modelo de intervención y recuperación con un equipo de aproximadamente 70 voluntarios. Esta cifra sitúa al programa local como referente nacional, según explicó José Miguel Martínez, voluntario con más de diez años de experiencia, durante la presentación del informe anual de la entidad.
La actividad de la Pastoral es diaria y constante. Los voluntarios acceden a todos los módulos de la prisión, tanto por la mañana como por la tarde, y desarrollan talleres y acompañamiento individualizado. El colectivo ha experimentado una renovación: al grupo central de 30-35 personas se han sumado unos 25 voluntarios nuevos, en su mayoría estudiantes universitarias de unos 20 años.
La Pastoral trabaja en coordinación con otras entidades. Cruz Roja aporta dos o tres voluntarios, Proyecto Hombre uno o dos, y comunidades evangélicas colaboran con otros dos o tres. Entre los recursos más valorados destaca el piso de acogida cedido por el Arzobispado, que facilita permisos y alojamiento a internos sin recursos al salir de prisión. Los voluntarios conviven con los reclusos en esta vivienda, cuya supervisión nocturna corresponde a sacerdotes y cuyos gastos asumen los propios internos.
En el ámbito financiero, la Pastoral forma parte de las acciones asistenciales de la Diócesis, que destina un 5% de su presupuesto, equivalente a 2 millones de euros, a trabajo penitenciario, materiales y gestión de la vivienda de acogida.
Una de las actividades emblemáticas es el Camino de Santiago, organizado durante 11 años, con nueve ediciones efectivas. Martínez destacó el impacto terapéutico de esta experiencia, que permite a los internos recuperar la normalidad, compartir con personas ajenas al entorno penitenciario y disfrutar de tiempos de reflexión. La Pastoral subraya la importancia del acompañamiento y la creación de espacios de confianza para la reinserción social.


