El 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, miles de burgaleses acudieron al cementerio de San José para rendir homenaje a sus familiares fallecidos. La jornada estuvo marcada por la lluvia, que no impidió que los asistentes depositaran flores y realizaran labores de limpieza en las tumbas y nichos.
Durante toda la semana, el flujo de visitantes fue constante, según la Policía Local, que facilitó los accesos al camposanto. Desde el lunes anterior, muchas personas comenzaron a realizar el mantenimiento anual de las sepulturas y a llevar flores, aunque el mayor movimiento se registró el propio 1 de noviembre.
A mediodía, el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, presidió la tradicional misa en la capilla del cementerio, debido a la lluvia que impidió celebrarla en el pasillo central. Iceta destacó el sentido religioso de la festividad y la importancia de recordar a los difuntos como parte del proceso espiritual.
El cementerio mostró una imagen diferente, con tumbas adornadas con ramos y coronas, y familias reunidas en torno a la memoria de sus seres queridos. Algunas sepulturas, especialmente las de personajes ilustres, se convirtieron en puntos de homenaje.
Vecinos como Carmen, de 87 años, mantienen la tradición de visitar y decorar las tumbas cada año. Para muchas familias burgalesas, el Día de Todos los Santos sigue siendo una fecha señalada para el recuerdo y la reunión.


